sábado, 26 de octubre de 2019

Sobre el sueño “La Inyección de Irma”. Marian Brando*

El análisis que Freud realiza del sueño “La inyección de Irma”, las asociaciones fragmento a fragmento, y el cruce de las propias fronteras íntimas y defensivas que tal ejercicio implicó, evidencian su compromiso vivo con el desarrollo del psicoanálisis y la decisión inquebrantable con que asume exponer los contenidos que considera pudiesen aportar elementos importantes para descifrar el mecanismo del sueño y su función en la dinámica psíquica inconsciente.

La tesis freudiana sobre los sueños puede resumirse a groso modo en que son una realización alucinatoria de deseos inconscientes, esto los hace interpretables. Eminentemente material simbólico, al menos en las primeras elaboraciones, antes del tiempo teórico que inaugura Más allá del principio del placer, donde los sueños de angustia encuentran una primera explicación, apuntan a eso que no es interpretable que desborda el hilo simbólico e imaginario y fijando un punto de repetición, un punto de real: el ombligo del sueño.


Freud se plantea a partir de sus elaboraciones sobre el síntoma, que si la reconducción de las representaciones patológicas a aquellos elementos a partir de los cuales surgieron en la vida psíquica, produce que se desintegren y el paciente se libere de ellas. La reconstrucción del sueño a partir de fragmentos tendría el mismo efecto, descifrar aquello que sostiene el pathos. Así las cosas, deja a un lado los métodos de interpretación antes propuestos y le apunta a la singularidad del soñante.

Irma era una joven Señora muy amiga de Freud y de su familia, a partir de lo cual señala las complicaciones transferenciales que esta cercanía supone, y pasa a narrar brevemente la situación que precedió al sueño: Recibe noticias de la paciente, a través de un colega amigo, que lo irritaron, “Está mejor, pero no del todo bien”, este comentario embargó a Freud con una sensación penosa, poco clara para él mismo y que no expresó en el momento. Durante esa tarde redacta el historial y en la noche sueña.

Del sueño podemos destacar elementos que se organizan en las dos vías: el sueño y su dimensión simbólica o interpretable y el ombligo del sueño como nudo, ese que nos orienta en relación al inconsciente real.

A la desazón no muy articulada al sentido que le produce a Freud la persistencia de los síntomas de Irma, se ligan elementos como la angustia de ser culpado por dichos dolores, su propio lugar en el círculo de analistas en ese caso, y el posible uso o ganancia de esta angustia: la posibilidad de que el error diagnóstico termine por librarlo de la responsabilidad de tales síntomas.

Hay una arista superyóica que podría resumirse en la frase “No tomas con la seriedad suficiente tus deberes médicos, no eres concienzudo, no cumples con lo que prometes”. La culpa toma distintas formas en el sueño y transita haciendo uso de formas metafóricas y metonímicas para articularse. La falta de probidad medica parece guiar la arista interpretable del sueño, junto a las pequeñas venganzas y al componente narcisista que se muestra en las asociaciones.

Las asociaciones traen a cuento recuerdos de afecciones propias, o de familiares cercanos. Otros elementos que tienen más relación con el inconsciente real, se anudan alrededor de las apariciones de lo corporal, que resultan opacas y precisamente remiten a la sexualidad y a su propia salud. La escritura en la fórmula química también da cuenta de este componente real que anuda el sueño, mucho más visible desde las construcciones teóricas lacanianas.

*Asociada NEL Bogotá

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