domingo, 10 de noviembre de 2019

Asumir un desvío que despierta. María de los Ángeles Morana*

En un espacio indeciso, en la inmensidad brumosa del pequeño recinto, de la escalera, o la acera mojada por lluvia que la impregna como palabras precediendo al amor, Chow Mo- Wan y Li- Zhen, son tomados por una pasión inconfesable en “Con ánimo de amar” (2000)[1], del cineasta chino Wong- Kar- Wai, premio en Cannes al mejor director.

La narrativa no lineal insinúa y sostiene un punto infranqueable hasta el final; ni el argumento ni la belleza de la forma eliden aquello que no hay. Iba a ser una película muda, para que los actores se expresaran solo a través del cuerpo, pero Kar-Wai introdujo palabras durante el rodaje; pues en sus películas parte de interrogantes sin texto prefijado y del deseo de contar una experiencia, más que de relatar una historia. El tratamiento del texto y de la imagen, al modo de Duchamp, invita a un “épanouissement”[2], una expansión del ánimo, durante un recorrido que enfrenta el agujero en lo representable, el fondo de imposibilidad sobre el que se produce lo poético[3], que en el arte y el sueño sirve de trampolín para saltar más lejos. Aborda así lo real como límite a lo simbólico, poniendo a la vez en movimiento lo imaginario y lo simbólico.

Entrevistado por Scott Tobias, Kar- Wai dice de los protagonistas, “Ellos apenas si se tocan”[4]. No se trata de mostrar, “nunca vemos la relación carnal”, “es la película donde he terminado con más preguntas todavía que las que tenía al empezar”. El pequeño detalle, el gesto, solo sugieren. La función del cineasta “no es proporcionar respuestas” (…) “ya hay demasiados directores interesados en contar las cosas de manera que se entienda todo hasta la saciedad, hasta que no quede un resquicio de misterio”[5] El relato, en torno a soledades que se cruzan, de seres cuyos cuerpos enmarcados en una habitación, una ventana o una puerta, conservarán las huellas de unos goces que no se encuentran; se ofrece como medio decir que transmite la densidad de lo que allí sucede. El vacío se aloja en la distancia que sostienen los cuerpos.

Nacido en Shanghai, Kar- Wai se fue a Hong Kong a los cinco años. Tras la guerra civil entre nacionalistas y comunistas, se produjo la inmigración del continente hacia la capital. Varias familias compartían bajo un mismo techo sin privacidad. Conservaban sus tradiciones. Para el director “fue una época memorable”. La cámara lenta de C. Doyle, su discreción y las canciones latinas que llegaban a Hong Kong, desde Filipinas, proporcionan un ritmo y un tempo similar al transcurrir de un sueño. El violín en Yumeji´s Theme al resonar, sugiere que el instante furtivo se detiene como ocurre al soñante. Kar- Wai recrea la atmósfera  de “Esos maravillosos y variados años”  título de una canción del film, en los que “reinaba la intranquilidad”. Bajo el peso de la tradición, en la coyuntura de incertidumbre que introduce el anhelo de amar, el señor Chow y la señora Chan se encontrarán cada uno ante lo Otro en el otro, devueltos a su propia extrañeza.

Los esposos Chan se han mudado al vecindario al que llegan Chow y su mujer. Li- Zhen es una secretaria cuyo marido viaja siempre por su trabajo. Chow es redactor en un periódico. Dice el director que los personajes “se encuentran terriblemente solos”. Chow se entera que su mujer sale con otro. El esposo de Li, deja indicios de que desea a otra. Experimentan los llamados por Freud “celos concurrentes o normales”, enraizados en el Edipo, en los que se cree perdido el objeto erótico y se experimenta dolor por la ofensa narcisista.[6]

Creyeron hallarlo pero el amor engaña; en el encuentro por el que la función del erastés se sustituye a la del eromenos, en el interior del otro hay un vacío en lugar del agalma[7]. Allí el valor del Otro a nivel del deseo es su falta, que le hace deseante[8]. Consumado el incendio se revela que ninguno posee lo que al otro le falta. El objeto se muestra inasible y se desplaza[9]. El tronco del árbol ofrece al descubierto el molde hueco de la última escena.

Desde este vacío emergen imágenes oníricas y conversan los protagonistas cuyas soledades se cruzan bajando o subiendo la escalera, que el cuerpo de Li- Zhan, envuelto en el cheongsam de seda, transita como un reloj de arena. Otras veces Kar- Wai presenta fragmentos de los cuerpos. Descompleta la imagen. Chow pedirá a Li, apoyo para escribir una historia sobre artes marciales.

Al reconocer que sus parejas son amantes, parejas que el director no muestra, introducen un juego en el que él representa al marido infiel y ella, a la amante de su marido. Parece que se acercan, afirma el cineasta, “pero también se odian, porque cada uno le recuerda al otro lo que ha perdido. E incluso cuando se diría que se están seduciendo, hay un lado oscuro, de venganza (…) no saben cuándo los otros comenzaron a engañarles, cuándo el amor nace entre ellos y cuántos sentimientos contradictorios hay en ese amor. No creo tener todavía una respuesta a todo eso”[10]. Lacan subraya la metonimia de las pasiones, en pie de igualdad, como alienación del deseo en un objeto[11].

No quieren ser infieles y encuentran que no son distintos a los otros. Sostienen su deseo en el silencio y la mirada que no llegan al beso. Querían saber cómo sucedió entre sus partenaires y descubren: “Los sentimientos surgen sin que uno se percate”. La escritura como artificio para sobrellevar la insuficiencia de la ficción va del “érase una vez lleno de significado, al agujero negro del sentido”[12]. “Yo quería mostrar que nada cambia, excepto las emociones de estos dos seres”, comenta el director[13] El amor, campo abonado para el tropiezo. El deseo, punto donde el hombre choca con el infierno[14]. Quizás sea este el secreto que Chow susurra en el hueco de piedras, en las ruinas del templo. El epílogo es una cita de Liu Yichang: “Vemos el pasado a través de un cristal cubierto de polvo”. El recorrido del análisis permite vivificar sus restos gozosos. Inventar, asumir un desvío, dice Miller[15]. Película donde el sueño sacude.


* Asociada NEL Cali

[1] Kar- Wai, Wong. In the mood for love. Edición del DVD, Araba Films. En Español, Con ánimo de amar.
[2] Jouffroy, A. Conversation avec Marcel Duchamp. Une revolution du regard. Gallimard, París, 1964.
[3] Lacan, J. Respuesta a una pregunta de Marcel Ritter(26/01/1975).marthadicroce.blogspot.com/2011/08.
[4] Scott, T. Wong-Kar- Wai interview. http://www.avclub.com/articles/wong-kar-wai
[5] Coixet, I. Entrevista a Wong-Kar-Wai.      http://www.clubcultura.com/clubcineastas/isabelcoixet/vida2.htm.
[6] Freud, S. Sobre algunos mecanismos neuróticos en los celos, la paranoia y la homosexualidad. (1921-1922). Obras Completas. T.III. Madrid, Biblioteca Nueva, 1973. p.2611.
[7] Lacan, J. El Seminario Libro VIII. La Transferencia. Paidós, Bs. AS., 2003, p.45.
[8] Lacan, J. El Seminario. Libro IX. La Identificación. Clase del 15 de Noviembre de  1961.elp.net/cgy-sys.
[9] Laurent, E. Deseo, Goce y Fantasma. https://www.youtube.com/watch?v=ocFToh7nlcQ.
[10] Coixet, I. Entrevista a Wong- Kar- Wai.
[11] Lacan, J. El Seminario. Libro V. Las Formaciones del Inconsciente. Paidós, Bs. As., 2005, cit, p. 269.
[12] Brousse, M.-H. El artificio, reverso de la ficción. ¿Qué hay de nuevo sobre el sueño 120 años después?congresoamp2020.com/es/artículos.php?sec=el-tema&sub=textos-orientación&file/19/09-11
[13] Kaufman, A. The “Mood” of Wong Kar- Wai; the Asian Master Does it  Again.http://www.indiwire.com/article/decade_wong_kar_wai_en_in_the_mood_for_love.
[14] Lacan, J. Respuesta a una pregunta de Marcel Ritter.(26/01/1975).marthadicroce.blogspot.com/2011
[15] Miller, J.-A. Entonces: “Shhh”… Eolia, Barcelona, 1996, cit, p. 16.

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